miércoles, 23 de abril de 2014

EL CERRO DEL CASTELLAR

Se trata del Cerro Castellar a las afueras de Castralvo, un lugar al que he subido repetidas veces. La primera de todas fue cuando tenía 3 años, tengo pocos recuerdos de esa edad, pero éste es uno de ellos por ser una mala experiencia, me dieron a probar un quesito, me refiero a esas porciones de queso tierno que forman entre todas un cilindro, y me dio nauseas, al poco vomité. Lo que ocurrió no fue, por suerte, un mal recuerdo que me alejara de este lugar, sino que me alejó de los quesitos. Hoy en día sigo sin probarlos.
Después de esta introducción voy a explicar por qué es especial. No volví a subir allí hasta que no tuve 8 o 9 años, no recuerdo exactamente, una edad a la que mis padres me dejaron ir allí con mis amigos sin ningún problema. Para subir cogíamos agua y comida y nos íbamos, incluso a mi perro alguna vez. Desde entonces hemos subido, especialmente durante los veranos, varias veces, por distintas caras de la colina, acercándonos en bici o a pie, subiendo a una colina o a las dos. En frente del Cerro Castellar y a una distancia muy pequeña hay otra cumbre, que recuerda a una pieza de calzado: el Zapato o Zapata, (lo he oído de ambas maneras, incluso Zapatilla). 
La otra colina tiene un problema, y es que, en su parte alta hay una formación rocosa que no puede subirse andando y hay que encaramarse un poco a la pared. A ésta subí más tarde, a los 12 años quizás, no lo había intentado antes, lo había dado por imposible solo con haberlo visto en la lejanía, pero no fue tan difícil. Esta roca es la que constituiría la parte por la que entraría el pie en el zapato.
Un lugar apartado que he visitado y disfrutado recorriendo con los amigos, para mí tiene un valor sentimental importante.
Javier Minguillón (4º A)

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