martes, 1 de abril de 2014

LA FELICIDAD, MI PUEBLO

 Mis rincones favoritos de Teruel están en mi pueblo: Las Parras de Martín. En primer lugar está el Chorredero. Cuando era pequeña siempre que solía ir a mi pueblo visitábamos este lugar. Se trata de una cascada compuesta por unos cinco chorros de la que sin escalar, de cerca sólo puedes ver el final del salto que es dónde me quedaba yo con mi familia. Me gustaba acercarme a la pequeña cascada porque había un rincón en el que con mis diminutas manos, era muy fácil coger agua para beber. También me gustaba correr por allí cruzando las pasarelas con ayuda de mi familia y tirándome al césped como una niña. Después, solíamos subir a la Era de las Brujas, otro de mis rincones favoritos. Esta debe su nombre a que se decía, en tiempos de la Inquisición, que era el lugar hasta dónde las brujas se desplazaban para realizar sus hechizos y aquelarres. Hoy en día, aún hay algún vecino que comenta que hay un círculo (que yo nunca he visto) en el que no nace vegetación debido a que las brujas depositaban allí su olla rodeada de fuego. 
En la era me asustaba asomarme a los bordes y a un agujero que llevaba a uno de los corrales que había debajo porque tenía vértigo. Se cuenta que ese agujero podría ser una evidencia de que una vez allí hubo un molino, ya que en el corral a donde lleva a parar también hay restos de molino. Además, por tradición oral ha llegado a nuestros días que en tiempos de la Reconquista los árabes lanzaban por el agujero de ese posible molino a los cristianos que capturaban, por ello se cree que allí podría haber existido durante algún tiempo un molino árabe. 

Lo que me gustaba de esa era, era pasar entre dos piedras que hacen forma de triángulo juntándose en la parte superior dejando un pequeño hueco por el que solo cabe el cuerpecillo de un niño de hasta unos nueve años de edad más o menos. Ahora cuando me desplazo a estos dos lugares me gusta tumbarme en el césped bocarriba, observar a los buitres que vuelan sobre mi cabeza, escuchar el sonido del viento moviendo las hojas de los árboles y disfrutar del relajante sonido del agua cayendo por esos saltos. 
Mi siguiente rincón favorito engloba los saltos de “El Pozo de Las Palomas” y “El Salto del Hocino”. El primer hocino debe su nombre a que antiguamente, allí se recogía palomina (excrementos de paloma) para abonar los huertos y porque había muchas palomas. Estos lugares me gustan porque siempre que solemos y solíamos ir, íbamos todos juntos en el remolque del tractor de mi abuelo y, una vez allí visitábamos estos lugares buscando siempre sitios nuevos que nos permitieran pasar mejor, por lo que muchas veces, nos veíamos encerrados entre altas hierbas que algunos nos resultaban incómodas, y cuando aparecía algún insecto o animal no faltaba el grito de algún familiar y las risas del resto. 
Estos rincones son muy especiales para mí porque siempre han sido como mi segunda casa y allí es donde he compartido momentos muy especiales junto con mis familiares y amigos. Cuando estoy allí solo puedo pensar en cosas bonitas y en cosas buenas, por ello creo que todo el mundo debería tener un espacio así, un rincón, pequeño o grande entre montañas, entre bosques… En lugares alejados de esta gran sociedad que hemos creado para abrir los ojos y darnos cuenta en qué hemos convertido nuestro precioso hogar, la Tierra, y para reflexionar sobre si queremos seguir destruyéndola, destruyéndonos a nosotros mismos, a nuestra libertad y a nuestra alma solo por dinero, dinero que ¿a qué nos lleva?, ¿a industrializarnos y avanzar más a costa de discusiones, guerras, enfados, muertes y tristeza? Puede que el dinero nos facilite muchas cosas, pero también nos dificulta ver las que realmente son más importantes, las que de verdad nos harían felices a todos, las que conseguirían eliminar los verdaderos problemas que nosotros mismos hemos creado.
Gloria Chulilla (4ºB)

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